viernes, 12 de septiembre de 2008

Merengue chino

Y entonces alucino así: que voy al Don Cómodo, un añoso comedero en el centro de Caracas, muy cerca del periódico, en busca de la paella de los martes. Pero ya no está el ambiente medio en penumbras, el mobiliario de todos esos años, los manteles percudidos, las cortinas cincuentenarias ni el olor a creolina tan parecido al del explotado retén de Catia.

En su lugar hay chinos moviéndose entre un decorado de un mal gusto brillante, brilloso, más parecido a la estética neoportu de las panaderías que hoy regentan esos jóvenes de segunda generación embutidos en jeans color salmón y luciendo camisas de mangas cortas y arremangadas.

En los pantalla plana primero se ve un dvd con canciones de pop chino. Pero de pronto, antes de que lleguen los fideos y las costillitas con sal y pimienta, comienza una cosa que parece un Cirque du Soleil de bajo presupuesto. ¿Qué puede ser eso Dios mío?

Y en el medio de la escena irrumpe como una explosión una figura entrada en carnes de negrísimo cabello y potente voz: sí, es ella, Olga Tañón, desde algún escenario en Puerto Rico.

En el techo del lugar algo asombroso: una hilera de cornetas triaxiales -que mejor le calzan a un cajón de una 4x4 a las orillas de Buchuaco- están aquí reproduciendo con inquietante delay el merengue despechado de la Tañón.

Hinco los colmillos en un trozo de costilla. Miro los rostros. Un joven mesonero de dientes horrendos me felicita por la elección. No estoy alucinando. Los chinos no sólo se adueñan de todo. También hacen esfuerzos por procesarnos. Nunca me servirán eso que alguna vez se promocionaba como la mejor paella de Caracas, aunque no lo fuera. Pero entienden que esto es el Caribe y que lo nuestro –de acuerdo a todas las ferias de provincia- es el merengue de Olga.

1 comentario:

Unknown dijo...

Lamento la pérdida. Qué rica era la paellita de Don Cómodo. Espero que todavía puedas disfrutar de la sopita con pasta o de los ñoquis con gulash del entrañable Sokol.